Fórmula 1 - Vuelta a Montmeló
Miguel Julián
por Miguel Julián
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Montmeló - Miky - Miguel

La verdad es que cada vez que me asomo por tierras catalanas, y sobre todo si es cerca de Barcelona me entran ganas de tirar de Twitter o Whatsapp (¡usa Telegram ceporro!) y volver a ver a gente con la que tengo muchas ganas de tomarme un heladito. Pero el fin de semana el que voy a ver “los coches” no puede ser. Parece mentira, pero apenas hay tiempo para muchos alardes.

Al final la carrera de F1 es lo de menos. Los mejor, la compañía, el ambiente, las carreras de las categorías inferiores y, porqué no, el estar tirado por todos los lados. Me encanta. Lo peor… pues lo pesado que se hace a veces, y sobre todo el maldito polen de los chopos. Yo creo que puedes ir sin bocata ni nada, abrir un rato la boca y alimentarte de las dichosas pelusillas. Luego ya crías unos chopos en el estómago, y ya puedes empezar a hacer la fotosíntesis. Todo son ventajas.

Viendo las diferentes carreras a veces uno se siente como un romano en el coliseo. Mucha gente gritando y gastándose más o menos dinero (digamos que más) esperando ver accidentes. Afortnadamente los tiempos de las decapitaciones, vuelos sin motor de pilotos y ejes de trasmisión clavados en el ojo acabaron hace ya muchos años, pero sigue siendo emocionante ver como dos genios del volante calculan trayectorias, espacios de apenas unos centímetros, calman sus nervios,… y todo eso siempre a velocidades de vértigo.

La mejor terapia para después de una carrera de motor es montarse en un kart. Sentir como tu cabeza te dice aprieta a fondo, y tu pie se levanta del acelerador. Eso una vuelta, pero la siguiente vuelta ya te lo sabes… y vuelves a levantar. Menos mal que a la tercera va la vencida, pie a tabla y esa sensación. La verdad es que me gusta la sensación de entrar a una curva, cuando tu cerebro dice levanta, tu ‘otro yo’ dice aprieta, y cuando te lanzas al vértice las ruedas se agarran y sales zumbando con la sonrisa más grande del universo. ¡Soy el rey del mundo! (aunque la realidad es que vas cuarto y los tres de delante se te van irremediablemente)

Por cierto, que este año los coches suenan menos. Incluso, aparentemente van más lentos. ¡Soy un hater y no me gusta que ahora los motores sean de juguete! Pues bien, hay muchos puntos a favor de estos motores de juguete. Escuchar las ruedas (antes sólo se olían) es un plus (blocadas, pianos, …), escuchar la gente, poder hablar y, desde luego, no acabar con los tímpanos reventados. Pues sí, supongo que tiene sus ventajas. Ahora ya quedarán como historias de abuelo cebolleta “me acuerdo cuando antes llevaban un V12 y desde mitad de un bosque en Monza, a varios kilómetros, los escuchabas pasar”. La gente te mirará raro, y tu nieto te preguntará ¿qué es un Fórmula 1?

Por cierto, que al final, lo mejor de ir a una carrera de F1, no es la carrera propiamente dicha. Aunque este año estuvo interesante(más o menos…). ¡Viva la GP3!